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María Elena Pérez en Socio Espectacular

-¿Cómo surge tu vocación por el teatro?

-Mi vocación surge muy temprano, en el liceo, gracias a una profesora de Literatura sensible y creativa que entendía que el teatro era la mejor forma de acercar el conocimiento y nos animaba a realizar puestas en escena de algunos textos literarios. Yo vivía en la ciudad de Durazno y cuando ingresé al Bachillerato había un taller de teatro extracurricular que brindaba Rosina Sosa (actriz y directora, personaje fundamental del movimiento del teatro del interior). Ella a su vez, era la directora del Pequeño Teatro de Durazno. Entré a ese curso y ese mismo año me invito a formar parte del elenco del Pequeño Teatro.

En ese momento yo tenía 17 años y sabía que estaba comenzando a recorrer un camino de ida, me apasionó desde el primer momento y supe enseguida que quería eso para mi vida. Fui una privilegiada, en descubrir mi vocación tan temprano.

A los 18 años me vine a Montevideo y entré en la Escuela Municipal de Arte Dramático. Desde ese momento no he dejado de actuar.

-¿Qué es lo más interesante en la profesión de un actor?

-La capacidad de comunicación, el ser uno mismo, un viabilizador de contenidos, un narrador de historias, un espejo de tantos universos. El actor es un gran investigador de la conducta y la naturaleza humana, este trabajo nos permite desarrollar la capacidad de empatía. El actor de alguna manera multiplica la vida en el juego de representar la vida de otros. Exorciza la muerte.

-Hablanos sobre tu emprendimiento en el Estudio de Actuación.

-El Estudio de Actuación es un proyecto que ya tiene 5 años. Es un proyecto que soñé durante mucho tiempo y que finalmente pude llevar a cabo. Tengo 25 años de experiencia docente. Comencé dando clases para niños y luego seguí en los Bachilleratos Artísticos. Es un trabajo que me gusta mucho, que me ha permitido vivir de alguna manera de la actuación y me nutre muchísimo mi ser actriz. Durante todo ese tiempo, me crucé con mucha gente que quería acercarse al teatro, no con el objetivo de llegar a ser actores sino como una experiencia de vida. Sentí que era un espacio que faltaba en el medio, y con esa idea abrí el Estudio.

El Estudio propone un acercamiento a la dinámica teatral a quienes quieran iniciar una carrera actoral y también a aquellos que quieran descubrir el lenguaje, con el fin de apropiarse de sus contenidos para su vida personal y/o profesional, teniendo en cuenta que el teatro desarrolla entre otras cosas, la autoconfianza, la desinhibición, la capacidad de expresión y comunicación.

A éste se acercan personas muy diversas, con diferentes edades, ideas y necesidades respecto a la disciplina, pero con muchas ganas y una gran disposición para aprender y compartir el espacio.

Viene siendo una experiencia hermosa y muchos después de transitara, han decidido seguir profundizando en la actuación.

-¿Cuál es el mejor consejo que pueden recibir los jóvenes que están dando sus primeros pasos en el teatro?

-Que sigan su vocación. Que el llamado de la actuación es una necesidad, que se sostiene desde ahí. Que no los asuste la imposibilidad de “vivir” de la profesión, que siempre se encuentra la manera. Que se junten entre ellos, que armen grupos, proyectos. Que actúen en los teatros, en las calles, en los boliches, que cualquier lugar puede ser un escenario. Que los actores son imprescindibles en este mundo desnaturalizado que vivimos. Que se necesita el arte para la construcción de una sociedad sana. Y el arte de la actuación particularmente, al ser un arte colectivo que se hace entre muchos, desarrolla el diálogo y el encuentro. Que el teatro es maravilloso y hace mucho bien.

-Tenés una amplia trayectoria tanto en el teatro como en el cine, ¿en qué se diferencia el trabajo de creación en cada uno de esos ámbitos?

-El proceso de creación, desde el punto de vista de la actuación, es el mismo. Creo que una se aproxima a cualquiera de los dos lenguajes con las herramientas que posee y conoce. La diferencia grande está al momento de la ejecución. El teatro exige del actor una presencia y una entrega absoluta en todo momento, tanto en los ensayos como en las funciones. Una tiene que estar dispuesta y alerta en todo momento porque todo, absolutamente todo, depende de una. En el cine es diferente, hay un montón de otros condicionamientos a la hora de actuar, que la cámara esté lista, que la luz y el sonido estén listos. Uno pasa a ser un elemento más de esa gran maquinaria que se mueve, la responsabilidad es otra, no es menor, pero es otra. Y el producto del trabajo, que le llega al espectador, no solo depende de ti, como en el teatro, sino que está filtrado por la edición que se hace y por lo que director decide quedarse de lo que tú hiciste. Son lenguajes diferentes, apasionantes ambos, pero diferentes.

-¿Tenés algún proyecto actualmente?

-Actualmente estoy actuando en “Sala de profesores” en La Gringa Teatro, con dirección de Lucia García, los viernes a las 21 hs. Es un trabajo que habla sobre le educación, sobre el ser docente. Y en El tiempo sin libros con dirección de Cecilia Caballero en La Escena Teatro. Este espectáculo lo estrenamos el año pasado en la Sala Delmira del Teatro Solís y con él ganamos el Florencio a Mejor Elenco 2018. Estamos los sábados de agosto a las 12 hs. del mediodía.


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