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La mujer que vive muchas vidas

Elena Pérez hace teatro porque lo que más le gusta es poder ser otro

Elena Pérez en el teatro del Instituto Salesiano de Formación

“Siempre le tuve mucho miedo a la muerte”, dijo Elena Pérez sentada a lo indio sobre el escenario del Instituto Salesiano de Formación, donde dicta sus clases de actuación. Es actriz y profesora de teatro, y a través de su trabajo encontró una manera de “exorcizar la muerte”. Cree que el teatro permite viabilizar la personalidad de uno y es a la vez una forma de vivir muchas vidas.

Pérez nació en Montevideo, pero se crió en Durazno. Allí, fue a la escuela pública y después al Colegio San Luis de los Maristas. Sin embargo, no es una persona religiosa. “Yo me peleé un poco con todo eso. Siempre estuve como un poco del otro lado. La vida me llevó por otro lado, conocí otro tipo de gente que me parecía más auténtica”, contó.

Siempre vivió con mucha culpa y cree que eso tiene que ver con no querer seguir el “deber ser” que planteaba la religión. “Había que casarse, tener hijos, tener la familia perfecta. Yo lo intenté. Tengo dos hijos hermosos y estuve casada 17 años, pero llegó un momento que dejó de funcionar”, contó con la cabeza gacha.

El miedo a la muerte y la carga de culpa, lo atribuye a la relación con su padre, quien murió repentinamente cuando Pérez tenía 18 años. Su vida cambió a partir de ese momento: toda su familia se mudó a Montevideo y Pérez entró a la escuela municipal de arte dramático.

En el teatro encontró la salida, pero su familia nunca la respetó. “Ahora de grande sí porque claramente es mi profesión, vivo de esto y me ha ido bien. Pero durante mucho tiempo era ‘esa que hace payasadas’, y todo eso siempre me hizo sentir muy en falta con aquello que se debía hacer”, dijo.

Uno de sus recuerdos más vívidos es el de la primera vez que actuó profesionalmente en el Pequeño Teatro de Durazno cuando estaba en bachillerato. Esa también fue la primera vez que su padre la fue a ver actuar. “Él estaba en la tercer fila y se empezó a tentar de la risa y yo me di cuenta. Fue una sensación muy fea porque yo sentí que se estaba riendo de mí. Una de las cosas que más me hubiera gustado era que él reconociera esto que yo estaba haciendo y no se burlara”, contó Pérez, aunque después aclaró que no se reía de ella. En su afán de querer que su padre aprobara el teatro, nunca pudo olvidar cómo se sintió en ese momento.

 

Una profesión tradicional

Pérez hace teatro porque lo necesita, porque si no actúa es como si no respirara. Si fuese por la plata, no lo haría. Trabaja con su ser, su alma y sus sentidos. “En el teatro ves muy poca plata. Nunca podría vivir de eso. En un mes de funciones en una de las últimas obras en la que actuó, por ejemplo, cobré 3.500 pesos. Las salas se quedan con un porcentaje, AGADU se queda con otro, después la repartija entre los cuatro actores, el director, el que hizo la música. Todo el mundo labura, pero yo trabajé seis o siete meses de ensayos de los que nunca vi un peso”, señaló con indignación.

Sin embargo, lo que le genera mayor indignación es que la actuación no se conciba como una profesión tradicional. Argumenta que el teatro existe desde hace miles de años, es uno de los oficios más antiguos. “Tengo colegas que llevan a los hijos a los ensayos. Yo siempre digo que es como que el médico los lleve al consultorio o como que el contador los ponga al lado del escritorio en la oficina”, afirmó, y agregó que “se trata de darle a la profesión el valor que merece”.

 

Las declaraciones de Franklin Rodriguez

En julio de 2018, Franklin Rodríguez, actor y director teatral, fue declarado persona no grata por la institución El Galpón por los dichos en contra de la tarjeta Socio Espectacular en una entrevista para el semanario Voces en junio. Según Rodríguez el sistema recibía dinero pero los actores ganaban una miseria. También dijo que el sistema fue implementado solo porque “en el fondo lo que importaba era salvar el presupuesto del teatro El Galpón”. Esto provocó, además, que el sindicato de actores lo suspendiera por seis meses.

Con respecto a esto, Pérez cree que “hay un punto en el que tiene razón pero después se fue un poco de boca”. Aunque es verdad que la tarjeta Socio Espectacular benefició a determinadas instituciones, también es cierto que si no hacían ese proyecto tenían que cerrar y eran instituciones muy grandes. “A nosotros que somos grupos independientes, teatro independiente, no nos beneficia”, señaló Pérez.

 

“Yo hago teatro para que me quieran”

Comunicar, expresarse y poder ser reconocida, es lo que la motivó a involucrarse en el teatro. “Había una actriz que decía ‘yo hago teatro para que me quieran’. Creo que en algún punto uno siempre está necesitando cierta aceptación o cierto reconocimiento. El escenario te permite esa visibilidad”, dijo.

Para Pérez, actuar es una búsqueda constante de cierta perfección. Frente al desafío de encarnar un personaje, hay una búsqueda constante de lograr que sea convincente, verdadero, que transmita y que la gente conecte a nivel emocional con él. “Lleva también muchísimo trabajo de aceptación de uno mismo porque uno necesita mucha seguridad para subirse al escenario, para exponerse a la mirada de los otros”, argumentó.

Todas las semanas, Pérez se encarna en un personaje distinto. Así es capaz de vivir la vida de otros, todas las veces que quiera, de todas las maneras que quiera. Entonces su miedo a la muerte se disipa y la culpa que carga se vuelve menos pesada.

Katherine Chamyan/Belén Danza

Octubre 2018

Extraído de https://www.corchohistorias.com/blog/la-mujer-que-vive-muchas-vidas


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